La miel del Chaco, producida por laboriosas abejas, endulza nuevos mercados en Bolivia y la vida de 342 apicultores de los municipios chuquisaqueños de Monteagudo y Villa Vaca Guzmán, donde cerca del 40% de la población es extremadamente pobre.
Primitiva García, una apicultura de la Asociación CADEMA, acomoda una de las cajas donde las abejas construyen sus colmenas y destaca el incremento de su producción, pero sobre todo la dulce rentabilidad de esta actividad que mejoró gracias a procesos de encadenamiento productivo.
CAF -banco de desarrollo de América Latina- junto con el Servicio Holandés de Cooperación al Desarrollo (SNV Bolivia) apoyaron esta iniciativa que encadena la capacitación, transferencia de conocimientos y tecnologías, además de la comercialización.
El proyecto, que se fortaleció con USD 210.000 de cooperación técnica, logró vincular a los productores con la marca estatal Promiel, la empresa que acopia la producción con la finalidad de llevarla a todo el territorio nacional, además del apoyo técnico de la Fundación PASOS.
“Antes nosotros sabíamos sembrar maíz, maní, hasta chancho hemos criado, pero no teníamos rentabilidad. Ahora, con apicultura, tenemos rentabilidad y da para dedicarse”, complementa Primitiva García, luego de destacar que el incremento de su producción pasó de 10 a 30 cajas.
“Estoy muy contenta, y no solo yo, también las compañeras que están participando; es muy sostenible y ya no estamos como antes esperando que solo el esposo haga llegar los centavitos a la casa. Ahora, como mujeres emprendedoras, podemos y hacemos llegar mucho más todavía”, comentó María Méndez, facilitadora de apicultura de la comunidad Cumandaití.
La cooperación técnica permitió incrementar en 110% la producción de miel en esa vasta región del Chaco y se logró un 155% de la utilidad anual con respecto mismo período del pasado año.
“Tuvimos un encadenamiento con la empresa Promiel, entonces eso nos ha fortalecido para que nosotros podamos producir de forma segura y también tenemos un mercado seguro”, afirma Óscar Méndez, apicultor de la Asociación CADEMA.
Y es que la participación de esta empresa estatal ha sido clave para que los precios de la miel se mantengan en un rango competitivo y favorable al productor del Chaco, quien también ha sabido generar ingresos por la venta de otros productos como el propóleo, polen y cera.
“Toda la miel de la región ahora entra a la empresa, entonces el tener un mercado seguro, el tener a la empresa para formar, para capacitar, dónde vender, ha sido un gran adelanto para los productores y un incentivo para que incrementen el conocimiento”, señala Elena Padilla del Centro de Innovación Productiva de Promiel.
“Tenemos un mercado nuevo aquí nosotros que es de buena entrada, la empresa Promiel, un mercado seguro”, apunta la apicultora Marlene Martiz.
Además, gracias al conocimiento recibido y la otorgación de la marca Promiel a los productores, la producción se diversificó para la fabricación de shampoo, jabón y velas. “Existen otros derivados, el trabajo integral con la colmena es importante y también los productos que ésta arroja y beneficia a los productores tales como el propóleo, el polen, las ceras que se comercializan pero también con las meliponas (productoras de miel) se pueden cosechar mieles de diferentes calidades, también procesar estos propóleos que están muy requeridos en el mercado”, puntualiza Antonio Aramayo, director de la Fundación PASOS.
“Este proyecto demuestra que las oportunidades que brinda tener una empresa ancla comprometida en el trabajo con pequeños productores, con condiciones para asegurar un mercado estable, es una virtud que permite consolidar cadenas que generan valor compartido”, concluyó Andrés Oneto, ejecutivo principal del Sector Productivo de CAF, quien ha liderado la consolidación de esta iniciativa.