La mesa está lista: la escalera, la t’ant’awawa, el bizcochuelo y las rosquitas bolivianas, además del incienso, el papel con figuras de calacas, llaves, monedas y el cempaspuchil mexicanos. Es una mezcla entre la Fiesta de Todos los Santos de Bolivia y el Día de Muertos de México, que una pareja armó en Tijuana, en el límite con Estados Unidos.
Alberto Quispe Fernández (nacido en el municipio lacustre de Huarina hace 35 años) partió hace casi una década a territorio mexicano para especializarse en cirugía cardiotorácica, por lo que tuvo que sacrificar tradiciones y el tiempo con su familia.
En aquel tiempo conoció a la médica tijuanense Mayra Carrillo (35 años) en el trabajo diario del hospital. “Lo convencí para que se quedará aquí”, bromea ella. Sucede que Alberto tenía incluso el boleto de vuelta para Bolivia, pero en el último momento le ofrecieron un trabajo en el hospital La Raza de Ciudad México, así es que aceptó el empleo e iniciar un noviazgo con Mayra.
Casado hace casi un año, no les fue complicado mezclar ambas culturas, pues existen varias similitudes, como la celebración a los muertos. “A mí me encanta la época de Todos Santos en Bolivia, es algo que extraño mucho”, comenta Alberto. Por esa razón, aprovechando una pequeña cocina en su casa, hace un par de días amasó la masa de harina y formó una escalera, rosquitas y una t’ant’awawa.
“La flor de cempasúchil tiene un aroma muy peculiar y teóricamente es para atraer a las almitas y se guíen para llegar a la mesa”, explica Mayra, quien explica que además se debe poner incienso y mirra para que los difuntos sientan el aroma.
Dicho y hecho, ambos armaron una mesa que es la simbiosis de ambas culturas, con el colorido del Día de Muertos mexicano y los panes de Todos Santos, con un aguayo como mantel, tal vez para que guíe mejor a los difuntos mexicanos y bolivianos en una casa de Tijuana.
La mesa está lista: la escalera, la t’ant’awawa, el bizcochuelo y las rosquitas bolivianas, además del incienso, el papel con figuras de calacas, llaves, monedas y el cempaspuchil mexicanos. Es una mezcla entre la Fiesta de Todos los Santos de Bolivia y el Día de Muertos de México, que una pareja armó en Tijuana, en el límite con Estados Unidos.
Alberto Quispe Fernández (nacido en el municipio lacustre de Huarina hace 35 años) partió hace casi una década a territorio mexicano para especializarse en cirugía cardiotorácica, por lo que tuvo que sacrificar tradiciones y el tiempo con su familia.
En aquel tiempo conoció a la médica tijuanense Mayra Carrillo (35 años) en el trabajo diario del hospital. “Lo convencí para que se quedará aquí”, bromea ella. Sucede que Alberto tenía incluso el boleto de vuelta para Bolivia, pero en el último momento le ofrecieron un trabajo en el hospital La Raza de Ciudad México, así es que aceptó el empleo e iniciar un noviazgo con Mayra.
Casado hace casi un año, no les fue complicado mezclar ambas culturas, pues existen varias similitudes, como la celebración a los muertos. “A mí me encanta la época de Todos Santos en Bolivia, es algo que extraño mucho”, comenta Alberto. Por esa razón, aprovechando una pequeña cocina en su casa, hace un par de días amasó la masa de harina y formó una escalera, rosquitas y una t’ant’awawa.
“La flor de cempasúchil tiene un aroma muy peculiar y teóricamente es para atraer a las almitas y se guíen para llegar a la mesa”, explica Mayra, quien explica que además se debe poner incienso y mirra para que los difuntos sientan el aroma.
Dicho y hecho, ambos armaron una mesa que es la simbiosis de ambas culturas, con el colorido del Día de Muertos mexicano y los panes de Todos Santos, con un aguayo como mantel, tal vez para que guíe mejor a los difuntos mexicanos y bolivianos en una casa de Tijuana.