Han sido días y noches bastante agitados. Toca ponerme al día con el diario. Estuve absorta en asuntos urgentes que incluyeron mi presencia en una llamada e intervención del famoso 911.
Nada de extrema gravedad. Solo diré que los paramédicos fueron más empáticos de lo que creía y que a estas alturas de mi vida vengo a comprender cuán duro es atravesar un proceso de cáncer terminal en la familia.
Por ahora, estamos siguiendo las recomendaciones de los médicos para que nuestro ser amado esté lo mejor posible y aprendemos que la aceptación de una circunstancia es el paso primero para lograr la paz, esa que nos falta cuando queremos que las cosas sean diferentes o cuando buscamos un por qué.
En lugar de esto, vivimos un día a la vez, celebrando pequeños milagros de la vida, algo que para unos suele ser despertar sin dolor y para otros, enamorarte de los detalles cotidianos mientras te confundes con el bullicio de un barrio en Nueva York.