El candidato inteligente y los tontos

Desde mi punto de vista uno es candidato cuando aspira, con reales posibilidades, a ganar, no a perder como ahora está ocurriendo con la mayoría de los que siguen (es un decir) en carrera.

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Un candidato inteligente es aquél que sabe que no va a ganar y da un paso al costado a tiempo. Waldo Albarracín tuvo esa cualidad y, aparte de apuntalar su propia tranquilidad, aportó a esclarecer el panorama eleccionario para la alcaldía de La Paz, no importa a quién haya beneficiado o perjudicado por esa acción.

A Albarracín no le iba tan mal, lo suficiente, sin embargo, para darse cuenta de que estaba por demás y que lo mejor era irse a su casa. Probablemente haya sido la mejor decisión tomada por un candidato en el camino a las subnacionales.

Son, en cambio, lo contrario muchísimos otros. Se les puede llamar “cerrados” por su idea de terciar a como dé lugar en un mundo para el cual no están hechos, o definitivamente “tontos” por pensar que sí pueden.

La Gobernación paceña tiene 13 aspirantes y la gran mayoría hacen bulto. Desde el cuarto para abajo sería saludable que uno por uno dijera “será en otra” o “mejor nunca”. Sus porcentajes —según las encuestas— son tan pobres que lo más honroso sería tirar la toalla.

Ojo que sucede en todo el país. Los tontos son un montón. Lo único que están haciendo es provocarle un enorme gasto al Estado para que su foto y su nombre quede en una papeleta que no tendría por qué ser gigante.

Pero, ciertamente, es difícil pedirles —demasiado pretencioso— que en pleno camino tengan cuatro dedos de frente, cuando uno no sabe en qué estaban pensando como para hacerse nombrar candidatos.

Me contó un amigo que uno de estos personajes recibió el ofrecimiento para ser aspirante a un curul, una semana después alguien le dijo ‘cómo pues concejal, si tú puedes ser alcalde’ y ello fue suficiente para llenar su ego y ponerlo en donde ahora está, perdiendo por goleada.

Desde mi punto de vista uno es candidato cuando aspira, con reales posibilidades, a ganar, no a perder como ahora está ocurriendo con la mayoría de los que siguen (es un decir) en carrera.

Mientras tanto hay abundancia de campañas sin planificación. Me cuesta creer que montar un escenario y cerrar una vía importante es a favor. Como también aun no entiendo a la gente que ondea sus banderitas en las plazas, empujándose por los espacios con los de enfrente, quizás queriendo meter por los ojos del elector a su candidato. No siento que les resulte, porque no hay manera que los colores expongan los proyectos que es por donde deberían haber empezado.

Así que me parece increíble lo que hacen las personas por intentar llegar al poder. A veces creo que es como en el fútbol, “hay que ganar como sea” y, por lo general, esa mentalidad lleva a perder.

Ramiro Siles es periodista deportivo