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sábado, 5 de octubre de 2024
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Emma Gutiérrez, la primera mujer que fue elegida diputada del Congreso boliviano

Luchadora por las reivindicaciones que terminaron con la revolución de 1952, esta miembro del Comando Femenino del MNR logró una curul en el Legislativo.

Aquella fotografía en blanco de los años 50 es muy representativa. En ella aparecen las integrantes del Comando Femenino del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), entre ellas, Lydia Gueiler Tejada y también Emma Gutiérrez de Bedregal, quien el 6 de agosto de 1956 se convirtió en la primera mujer en ser elegida diputada nacional, destaca un informe de la Coordinadora de la Mujer.

“Mi mamá era una mujer muy luchadora y revolucionaria. No le gustaba mucho la casa, por ello se dedicó completamente a la política”. De esa manera recuerda Isabel Bedregal Gutiérrez a su madre, quien fue dirigente durante la revolución de 1952.

Entre la Guerra del Chaco y la revolución del 9 de abril surgieron varios movimientos que pugnaron por llegar al poder, con el objetivo de reemplazar a un sistema político y económico caduco. En ese tiempo nació la logia militar Radepa (Razón de Patria), que llevó a la presidencia al teniente coronel Gualberto Villarroel, con el apoyo de un emergente MNR.

El sexenio que vino luego del derrocamiento sangriento de Villarroel (1946 – 1952) generó que el pueblo denunciara los abusos de la oligarquía. Obreros, clase media, campesinos y mujeres se unieron para conseguir reivindicaciones como la reforma agraria, la nacionalización de las minas y el voto universal.

En represalia, en 1949, diputados movimientistas y obreros fueron despojados de su fuero parlamentario y enviados al exilio o campos de concentración. El MNR intentó un levantamiento armado, que fracasó y que ocasionó una mayor represión. Entonces surgió un grupo de mujeres que participó abiertamente en la política.

El libro Resistencia e insurgencia: Mujeres en Bolivia (1946-1952), escrito por Ana María Seoane, destaca que las elecciones convocadas para mayo de 1951 iban a ser vitales para el futuro del país. Por esa razón, 27 movimientistas —madres, esposas e hijas de presos y confinados— iniciaron una huelga de hambre para exigir amnistía. Entre ellas estaban miembros del Comando Femenino del MNR, como Gueiler y Gutiérrez.

 “Fue la primera huelga de América Latina (…) Mi mamá participó en esa huelga seca. Yo era pequeña pero recuerdo que le decía que pare y que dejara la huelga, porque de allí las mujeres salían en camillas directo a las Clínicas”, afirma orgullosa Isabel, quien, desde niña, formó parte de las juventudes del MNR. La medida de presión dio frutos a los ocho días, cuando el Gobierno dejó que presos y confinados volvieran a sus hogares.

Con la Revolución de 1952 se lograron las principales reivindicaciones, como la reforma agraria, la nacionalización de las minas y, obviamente, el voto universal. Por esa razón, el 6 de agosto de 1956 fue importante para la democracia, ya que Emma Gutiérrez de Bedregal —madre de Isabel y de Guillermo Bedregal, también político movimientista— asumió como diputada nacional.

“En pocos días más y por primera vez en la historia (boliviana), una mujer ocupará una banca parlamentaria y desde ahí se elevará la voz de la representación femenina del MNR. Esa voz será dulce y vibrante en la defensa de los derechos conquistados”, publicaba el periódico La Nación en agosto de aquel año.

Este hecho fue novedoso para el país, al punto que puso en apuros a la administración del Legislativo. “La llegada de una mujer al Parlamento, la diputada Ema de Bedregal (SIC), obligará a adoptar medidas especiales a los jefes administrativos de la Cámara, a fin de resolver una situación producida por primera vez en la historia boliviana. Los contratistas que refaccionan el edificio recibirán de construir rápida y discretamente una oficina particular y una toilette privada para la legisladora, que así evitará problemas alternar con sus colegas masculinos”, informó La Nación.

“Como mi madre venía de una familia pudiente, ella siempre estaba dispuesta a ayudar a los pobres; por eso estaba más en las calles que en el Parlamento. Recuerdo cómo entregaba un montón de alimentos de nuestra hacienda a gente más necesitada”, rememora Isabel de su madre diputada, quien tenía como suplente a Lydia Gueiler, quien iba a convertirse en 1979 en la primera presidenta de Bolivia.