La autonomía universitaria es un principio de organización y relacionamiento con el Estado, que ya tuvo su expresión en las más antiguas universidades europeas: Bolonia, París, Oxford, Salamanca, Cambridge, entre otras. Este principio fue trasladado por España a las universidades de la colonia.
La autonomía universitaria consiste en la independencia política y administrativa de la universidad pública respecto de factores externos. Como principio, sostiene que la universidad debe ser autónoma y auto-gobernada, y que debe elegir sus propias autoridades sin injerencia del poder político, decidiendo sus propios estatutos y programas de estudio. Se instaura en Córdova el 1.919, y en Bolivia desde 1.931.
Fue concebida para preservar a la universidad pública de la intromisión de los gobiernos de turno; ese principio, permitió que la universidad boliviana se constituya en el baluarte de las luchas sociales y en territorio libre en períodos de represión y dictadura; esto ocasionó que la autonomía fuera conculcada y las universidades intervenidas en varias oportunidades. Su propia esencia, y las movilizaciones populares la reivindicaron y restituyeron en su naturaleza una y otra vez.
Junto a ese principio fundamental, el único compromiso y dependencia de la universidad pública es con su pueblo, que la sostiene da razón a su existencia. Gracias a las luchas, poco conocidas por la juventud universitaria actual, podemos desarrollarnos con pluralidad e independencia de los vaivenes políticos. De esa universidad autónoma, salieron los profesionales y docentes que administran el Estado desde hace 70 años, incluidos los ocasionales detractores malagradecidos.
Por todos esos antecedentes que hacen de la autonomía una muralla principista, no debe amedrentarnos los desvaríos de ningún legislador ni autoridad política, cualquiera sea su jerarquía, porque la autonomía universitaria es patrimonio constitucional del pueblo boliviano. A los desubicados, debemos recordarles que muchos gobiernos impopulares fueron derrocados con insurgencias populares nacidas de las aulas universitarias, y asegurarles que la autonomía universitaria permanecerá por encima de todos los gobiernos. En la relación con el Estado, la autonomía debe expresarse en una interacción irrestricta, pero de riguroso respeto.
Ahora bien, como universidad pública tenemos la obligación de preservarla con dignidad, resolviendo al interior, pero transparentemente, nuestros problemas, y ejerciendo en corresponsabilidad paritaria un cogobierno meritorio.