¿Puede “hablar” la basura? La antropología de los desechos sólidos concluye que sí. Los desperdicios son un espejo en el que se reflejan los patrones de consumo de hogares y sociedades.
Y ¿qué dice la basura de cómo vivieron el confinamiento los casi 200.000 habitantes de la ciudad de Potosí? Retrata el pánico inicial tras los primeros casos de COVID-19 en Bolivia, la gradual apertura y cómo se vive la etapa de posconfinamiento, según la Empresa de Aseo Urbano de Potosí (Emap).
En este municipio, situado a 4.067 m sobre el nivel del mar, la recolección de desechos domiciliarios aumentó hasta casi un tercio en los seis meses que duró el confinamiento. De las 110 toneladas diarias en promedio de la etapa prepandemia hasta 120 y 140 toneladas por día.
Los primeros contagios en Bolivia se confirmaron el 10 de marzo de 2020. Se trataba de dos mujeres de los departamentos de Oruro y Santa Cruz que habían regresado de Italia.
El 12 el gobierno declaró estado de emergencia sanitaria hasta el 30 de abril de 2020, el 22 de ese mes la cuarentena rígida hasta el 10 de mayo, luego la “cuarentena dinámica” hasta el 31 de julio, que se extendió hasta el 31 de agosto con el nombre de cuarentena “condicionada y dinámica”.
Tras la detección de los primeros casos en Bolivia la población, de forma masiva, se volcó a comprar barbijos, alcohol en gel, trajes de bioseguridad, guantes de látex y otros. Esta conducta se refleja en los residuos echados a la basura.
En marzo, la gente entró en psicosis ̶ explica el responsable de comunicación y educación ciudadana de Emap, Vladimir Equise, entrevistado por radio Fides ̶ y empezó a consumir diversos productos farmacéuticos y elementos de bioseguridad.
«En esta etapa, que es la primera, preponderaron los barbijos, guantes de látex, cajas de medicamentos, los blísteres, etc.» y los residuos orgánicos.
El confinamiento domiciliario estricto dio paso a una segunda etapa. “La gente empezó a hacer limpieza de sus hogares, tomando en cuenta que no tenían otra ocupación mas que estar en casa, y empezó a deshacerse de televisores en desuso, refrigeradores, lavadoras, catres, muebles de toda naturaleza y hasta escombros”.
Esto “nos ha complicado bastante el sistema de recolección”, añade.
Durante la cuarentena dinámica, uno de cuyos rasgos fue la autorización para que los negocios del rubro de alimentos a domicilio, entre los desperdicios aumentaron los residuos inorgánicos.
“En el último mes y medio aumentaron los materiales desechables por la proliferación de los delivery, como los envases descartables de plástico y plastorformo, de cajas de cartón”.
Emap también dio cuenta de que en el periodo más crítico se incrementaron los desechos cortopunzantes e infecciosos ̶ inyectables, jeringas y agujas hipodérmicas, equipos para colocar suero– tanto en los desechos domiciliarios como en los contenedores de la ciudad,
“Al parecer, enfermeras y médicos han atendido a domicilio. Estos hallazgos nos han alarmado bastante, porque eran un peligro para los trabajadores de la entidad”.
El paso del COVID-19 también se refleja en el aumento de desperdicios hospitalarios, de 90 kilos diarios en promedio antes de la presencia de la enfermedad a dos toneladas por día debido a la cantidad de hospitalizados. A casi un mes de que Bolivia entrara a la etapa de postconfinamiento, la recolectora edil ha normalizado sus servicios de barrido de espacios públicos y los carros basureros trabajan hoy los siete días de la semana.