La mentira política es de todos los días, existe en todas partes, es de siempre. Viene de años. Ejemplos sobran: nos dijeron que no iban a ir a la reelección, que iban a respetar los resultados del referéndum, que no se iban a postular, que no hubo fraude, que fue golpe, ahora nos dicen que el país es una tasa de leche… Los políticos nos mienten. Su naturaleza es esa, no tienen sangre en la cara, son mentirosos.
Es cierto, la mentira no es exclusiva de ellos, pero cuando el político miente lo hace a toda una sociedad y es lo más peligroso porque hay el riesgo de creerle.
Y es difícil poner un límite a la mentira política. Una forma de hacerlo es contrastarla con la verdad. Así hay que combatirla, es lo más eficaz.
Acaba de hacerlo la alcaldía de La Paz. A la mentira del candidato sacó a luz la verdad. Fue, dicho sea de paso, lo más fácil y simple del mundo, porque se topó con un político no solo mentiroso sino descuidado. Al César lo que es del César.
Solo a él se le podía ocurrir: mentir a plena luz del día y creer que su cámara era la única, mientras las de seguridad, que en estos tiempos las hay en todas partes, lo estaban captando. Ni de eso se percató.
La mentira crea desconfianza, porque en la boca del mentiroso lo cierto se hace dudoso. Y un mentiroso en política es mucho más peligroso.
Nota: Mr. Bean es torpe, apenas habla y se mete en cada lío… pero es muy inteligente. No lo comparen con el César.
Ramiro Siles Aparicio es periodista deportivo