Según las tradiciones, en Bolivia cada 1 de noviembre a partir del medio día, las familias reciben las almas de sus difuntos y para esta celebración preparan mesas o altares que incluyen las bebidas y comidas preferidas de los que partieron al más allá.
Se trata de la ceremonia denominada Wiñaypacha o «tiempo eterno» donde las dimensiones se abren para que nos visiten nuestros ancestros.