Bolivia asiste a las urnas este domingo 18 de octubre en un momento muy complejo de su historia. Un periodo de transición gubernamental derivado del caso del fraude electoral marca este proceso electoral, diferido en al menos tres ocasiones.
La votación es clave por muchas razones, pero sobre todo por la trascendencia de lo que implica: la elección de un nuevo gobierno que deberá enfrentar una de las peores crisis económicas y sanitarias que ha enfrentado el país en las últimas décadas.
Ahí reside la importancia del voto informado; porque de él dependerá la elección del gobernante que mejor enfrente el futuro.
Unos 7,3 millones de bolivianos están habilitados para decidir qué futuro le quieren dar al país sobre la base de un programa de gobierno acorde a la situación y lejos de los apasionamientos, que suelen nublar la razón.
Claro, al final, el voto es un derecho de libre ejercicio y ahí solo el soberano tiene la última palabra.
