El resultado del balotaje presidencial de Ecuador dejó al menos dos conclusiones: primero, gran parte del electorado eligió creer el mensaje de unión e inclusión que el ahora presidente electo Guillermo Lasso enarboló en esta última parte de la campaña; segundo, tras el llamado del movimiento indígena a votar nulo, se marcó un récord histórico con el 16,33%, casi cinco puntos porcentuales más que en 1996.
Para el director ejecutivo de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo, Mauricio Alarcón, la victoria de Lasso, consolidada sobre todo en los últimos días, se debe analizar en base a las falencias de su «sosa» campaña de primera vuelta donde repetía premisas de la campaña de 2017.
«Entendió que no va a gobernar para una familia ni para un partido político, sino para un país plural. Esa apertura a escuchar a grupos que habían estado marginados, pueblos indígenas, grupos LGBTI o temas relacionados con sociedad civil, ambiente y transparencia, le permitió acceder a mucha votación que en primera vuelta le fue esquiva y terminó decantándose por Yaku Pérez y Xavier Hervas», explicó Alarcón, citado por el portal Télam.
Para Nicolás Oliva, magister en Economía del Desarrollo de Flacso y en Economía Aplicada de la Universidad Autónoma de Barcelona, el balotaje también se definió en los últimos días, pero, además del escenario de la convulsión social y crisis, la influencia de los medios de comunicación fue determinante en la derrota del correista Andrés Arauz.
«En los últimos cuatro años los medios tomaron una posición partidaria y minaron el sistema democrático. Fue el ataque contra una fuerza política. Todo se definió sobre la emoción que demostraba que el electorado estaba un poco cansado de los dos espacios. Creo que Lasso gana como un efecto de rebote del anticorreísmo y de la matriz mediática contra la corrupción evidentemente», explicó el analista de la Celag a Télam.