Dieciocho años de heroísmo

Desde su cuartel ubicado en Achumani, la 2ª Compañía Santa Bárbara, del grupo SAR-Bolivia, continúa ayudando a la población

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El teléfono no deja de sonar en la habitación que sirve como oficina, dormitorio, armario para colgar la ropa reglamentaria y vestidor. La mayoría de las comunicaciones suele ser sobre consultas sencillas. En otros casos son llamadas de auxilio, como aquella vez en que un puma ingresó a un domicilio de la zona de Achumani, como cuando salen presurosos a rescatar a perros atrapados en zanjas o para sofocar algún incendio. Así transcurren las jornadas de los bomberos voluntarios de la 2ª Compañía Santa Bárbara, perteneciente al grupo SAR-Bolivia, que este lunes 10 de agosto cumple 18 años de existencia.

Este grupo de titanes surgió el 10 de agosto de 2002, en el barrio Santa Bárbara, específicamente en el retén de emergencias de la avenida Simón Bolívar, con seis voluntarios que tenían experiencia en labores de extinción de incendios y rescate.

“Teníamos algo de experiencia en primeros auxilios, rescate con cuerdas, escaladas y trekking. Conocíamos a gente de SAR-Bolivia y un día nos invitaron a formar parte de su equipo de trabajo”, recuerda Félix Fabián, uno de los iniciadores de esta organización.

Al ser un servicio que conlleva mucha responsabilidad con la población, en el transcurso del tiempo se especializaron en primeros auxilios, manejo de materiales peligrosos, evaluación de daños, equipos de respuesta y adiestramiento de canes. En esta última especialidad sobresalió Tacha, una pastor alemán que estuvo casi 15 años en servicio activo, con participación en búsqueda de víctimas en varias regiones del país.

Fotos: Salvador Saavedra, 2ª Compañía Santa Bárbara y Emilio Alanoca

Un jeep UAZ ayudó en los primeros años como vehículo de rescate. En 2006 se gestionó la donación de Francia de una ambulancia Renault, con los que la compañía siguió ayudando a la población en infinidad de casos, desde rescate de mascotas hasta apagado de incendios.

La necesidad de ayudar hizo que la compañía se trasladara a un terreno de 250 metros cuadrados (entre las calles 15 y 16 de Achumani), desde donde todos los días atienden las más de 600 llamadas telefónicas para atender alguna emergencia. No interesa que sea fin de semana. Los voluntarios cambian el tiempo que pueden estar con sus familias o amigos para apoyar, como el abogado Marcelo Ruelas. “Ser voluntario implica mucha entrega en todo sentido”, comenta desde el cuartel que carece de luz eléctrica propia, agua potable y alcantarillado. No interesa, porque su objetivo es prestar ayuda efectiva en búsqueda, rescate y evacuación, además de brindar asistencia en extinción de incendios estructurales o forestales.

“En mi casa no están de acuerdo con lo que hago. Dicen que es para hombres y que lo que estoy estudiando no tiene ninguna relación con esto, pero tengo ganas de ayudar a las personas. No solo siendo médico puedes cuidar a las personas”, dice la voluntaria Romina Domínguez, quien de inmediato se pone una jardinera ancha, botas de goma, un chaquetón grueso, una pañoleta, guantes y casco para subirse al carro bombero que los miembros de Santa Bárbara adquirieron con sus propios recursos y un préstamo bancario.

Son 49 personas procedentes de todo lado, con distintas edades y ocupaciones, que tienen en común las ganas de seguir sirviendo, incluso en plena explosión del COVID-19, con el rescate —por ejemplo— de un puma o apoyo a gente que necesitaba movilizarse para someterse a una hemodiálisis.

En medio de las carencias, estos héroes de chamarras y guantes gruesos, botas de goma y casco protector tienen mucho por dar, y el ejemplo son los 18 años de compromiso con la población.