Después de una búsqueda que está a punto de naufragar, al final de la calle Muñecas aparece un techo de paja. Debajo de ella hay un barril, botellas de varios colores y tamaños, y una máquina artesanal para hacer helados. Ahí, comandando todo su negocio, se encuentra Aida Riveros, un ejemplo del dulce y coctelero cariño de Sorata.
Ubicado a casi 140 kilómetros de la ciudad de La Paz, Sorata es como dice su eslogan: un paraíso terrenal, ya que, después de pasar por el altiplano, hay un camino que desciende desde aproximadamente 4.000 metros sobre el nivel del mar (msnm) hasta un clima templado de 2.674 msnm, donde el nevado Illampu aparece como protector de la capital de la provincia Larecaja.
De acuerdo con Goyo Lazo, responsable de Turismo Cultural del Gobierno Autónomo Municipal de Sorata, el municipio tiene al menos 30 atractivos, entre los que se destacan la Gruta de San Pedro, las casas de piedra de Yani, la iglesia de Chuchulaya, el templo de Ilabaya, la laguna Glaciar, el mirador Wilakollo, caminatas por caminos precolombinos o escaladas al Illampu. Hay mucho por hablar de Sorata. Por ejemplo, de su gastronomía.
Es fin de semana, días en que llega gran cantidad de turistas nacionales y extranjeros a la plaza principal (Enrique Peñaranda). También salen las vendedoras de frutas, legumbres y ropa, y abren los restaurantes que ofrecen en su menú lawa de choclo, ají de papa con conejo, queso humacha o un agradable chicharrón al estilo sorateño.
En esta deliciosa charla surge el diálogo acerca de los postres que tiene este pueblo, en especial los helados artesanales. “Aquí abajo venden helado de chirimoya”, dice una de las amables habitantes, aunque desconoce el lugar exacto de su ubicación.
“Parece que está a dos cuadras”. “Está al frente del aquel garaje”. “Se encuentra al final de esta calle”. Hay que correr el riesgo y caminar por la calle Muñecas para ver si, realmente, existe aquel helado artesanal de chirimoya.
Al seguir por la vía adoquinada, poco a poco se deja de escuchar el ruido de la vorágine de la plaza principal. Cada vez hay menos tiendas y pareciera que al final no habrá nada. No obstante, a la mano derecha aparece un techo de paja que llama la atención.
Al acercarse da curiosidad saber qué hay debajo del techo y quién genera el ruido que parece un envase lleno de piedras. Detrás de todo ello está Aida Riveros, propietaria de El Edén de Sorata, un lugar, definitivamente, muy especial.
“Lo artesanal y ecológico siempre es lo más buscado”, comenta con una mueca que mezcla picardía y simpatía. Sin dejar de mover su pequeña máquina para hacer helado —el ruido que parece de una caja con piedras—, resalta que en Sorata se producen varias frutas, como la papaya, durazno, palta, lacayote y chirimoya.
Con una pulpa jugosa y blanca, este último fruto es el que más llama la atención, en especial por su sabor exquisito. ¿A que sabe en helado?
Aida deja de mover su equipo, coge un vaso y con una cuchara de madera retira el helado de chirimoya. En ese momento da la impresión de que el tiempo pasa lento, porque cada cucharada de la crema parece la formación de una obra de arte, en este caso gastronómica.
En una tarde calurosa de diciembre, el helado es ideal para refrescarse y también para preguntar cómo se prepara este postre. La vendedora, con la misma mirada pícara, afirma que es muy sencillo hacerlo. “Produzco chirimoya, entonces me he animado a preparar heladito. Es lo más fácil, pero el toque especial yo no me lo saco de la cabeza”, afirma sonriente la heladera que también ofrece helados de maracuyá, tumbo, mora, café, mango, higo y chocolate.
Llama la atención lo que hay en la parte izquierda de su tienda, pues encima de una mesa hay botellas de todo tamaño y forma, con bebidas de diversos colores. “¡Ahhhh!”, responde Aida, como si se acordara de algo, así es que de inmediato hace aparecer un vaso pequeño.
Como ocurre en varios pueblos de América Latina, en Sorata existe la tradición de preparar chicha de maíz. Sorata no es la excepción. “Entonces he dicho por qué no puedo hacer coctelitos también. Como me ha salido bien, me he animado a preparar helado, chicha, licores, guarapo de caña y vino”, comenta Aida. un toque leve de alcohol. «Cuanto más macerado es más volteador», asegura.
Como ocurre en varios pueblos de América Latina, en Sorata existe la tradición de preparar chicha de maíz. Sorata no es la excepción. “Entonces he dicho por qué no puedo hacer coctelitos también. Como me ha salido bien, me he animado a preparar helado, chicha, licores, guarapo de caña y vino de chirimoya”, comenta Aida.
Para seguir con la visita, Aida coge otro vaso y empieza a servir un chimonchelo sorateño. “Es una tradición que he inventado, porque hay que saber atraer a los caseros”, afirma mientras invita esta otra sorpresa de su Edén.
La atracción de El Edén de Sorata no se queda en ello, ya que la oscuridad de la tienda guarda objetos que intrigan. Tazas de porcelana, jarras de barro, una exprimidora metálica, barriles, una vitrola, canastas y, sobre todo, botellas de todo color y forma forman parte de este repositorio de objetos antiguos. «A mí me gusta reciclar cosas de nuestros ancestros», explica Aida, una de las tantas muestras que tiene esta Sorata de deliciosas sorpresas.
El Edén está en la calle Muñecas
Los helados, chicha y cocteles artesanales que elabora Aida Riveros se encuentran en El Edén de Sorata, que está en la calle Muñecas, a dos cuadras de la plaza Enrique Peñaranda. Este negocio está abierto todos los días. Para hacer pedidos o reservas se puede llamar a los teléfonos 63203035 y 68135429.
Texto: Marco Fernández Ríos
Fotos: Marco Aguilar