El Tribunal Superior Electoral (TSE) de Brasil entregó ayer lunes a Luiz Inácio Lula da Silva y Geraldo Alckmin sus respectivos certificados de presidente y vicepresidente electos, para que asuman sus cargos desde el 1 de enero de 2023, por cuatro años de mandato.
El acto, que oficializa los resultados de las elecciones de octubre, estuvo encabezado por el presidente del TSE, Alexandre de Moraes, y contó con la participación de altas autoridades de los tres poderes públicos del país carioca.
«Quiero decir que mucho más que la ceremonia de diplomatura de un presidente electo, ésta es la celebración de la democracia», dijo en un emocionado discurso Lula, quien ocupará el cargo por tercera vez (antes 2003 y 2010).
«En mi primera diplomatura en 2002, recordé la osadía del pueblo brasileño en conceder, a alguien tantas veces cuestionado por no tener diploma universitario, el diploma de presidente», declaró entre lágrimas.
Se disculpó «por la emoción» y continuó: «quien haya pasado por lo que yo he pasado estos últimos años y esté aquí ahora, está seguro de que Dios existe. Sé cuánto me costó, no sólo a mí, sino cuánto le costó al pueblo brasileño esperar para poder recuperar la democracia en este país».
En su exposición, Lula da Silva destacó además «la valentía del Tribunal Supremo Federal y del Tribunal Superior Electoral, que enfrentaron todo tipo de agravios, amenazas y agresiones para defender la soberanía del voto popular».
El ex presidente también hizo alusión a la condena que recibió en 2017 y que lo llevó a prisión por 19 meses, una condena que el Tribunal Supremo anuló más tarde determinando la nulidad del juicio debido a vicios de parcialidad por parte del ex juez Sergio Moro.
Nuevamente en libertad a fines de 2019, Lula se dedicó a retomar su carrera política y tejer un amplio abanico de alianzas, en un proceso que se coronó el pasado 30 de octubre con su victoria en segunda vuelta sobre el actual presidente Jair Bolsonaro con casi el 51 por ciento de los votos.
