Cada año, miles de nuevos graduados de las universidades salen a un mercado laboral saturado buscando su primer empleo. El requisito ineludible para lograrlo es tener experiencia mínima de dos años, además de conocimientos digitales o especialidades, entre otros.
“Cuando el empleador hace referencia a la experiencia, busca garantizar conocimiento, competencias y habilidades en el rubro, que le permitan al nuevo profesional coadyuvar en el logro de los objetivos trazados por la empresa. Ahí radica la importancia en la formación que brindan las universidades, una que les permita gestionar no solo conocimiento teórico, sino la experiencia práctica en situaciones reales del entorno, que ayuden a desarrollar competencias, especialidades y habilidades que respondan a los requerimientos del mercado laboral”, asegura Pedro Sáenz, director del Observatorio Nacional del Trabajo, ONT.
En este marco, ¿las universidades preparan a los nuevos profesionales de acuerdo a las necesidades laborales del mercado? Para Gustavo Jáuregui, Gerente General de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), “la educación debe adaptarse a las nuevas realidades y exigencias laborales, con nuevas habilidades y aptitudes para generar una mayor productividad laboral”.
Jauregui llega a la conclusión apoyado en datos que surgen de un estudio “Universidad y Mercado Laboral” realizado a 6.500 empresarios de Bolivia el 2022, con el objetivo de encontrar, descifrar y entender si existe una brecha entre el perfil profesional ofertado por las universidades al mercado laboral y los requerimientos actuales de las empresas en cuanto a capital humano.
De acuerdo con el estudio, entre las competencias más requeridas en la actualidad, están los conocimientos en el área digital, marketing y ventas, además de los sistemas de gestión de calidad. De hecho, el estudio revela que existe una reducida oferta de profesionales con conocimientos y habilidades en el nuevo contexto digital.
Otras de las competencias identificadas como importantes, por las empresas encuestadas son: creatividad, pensamiento analítico y resolución de problemas complejos, para sus ejecutivos y resiliencia, como tolerancia al estrés y flexibilidad, pensamiento analítico e innovación para sus mandos medios.
“Requerimos profesionales recién graduados en e-commerce, con experiencia en el área”, reza el texto de una solicitud. Para el Director del Observatorio Nacional del Trabajo la clave está en la formación del profesional: “no puedes formar profesionales competentes, con habilidades adecuadas si el aula, o las clases magistrales siguen siendo la norma en los procesos formativos. Es momento de modelos diferentes, disruptivos o innovadores que conjuguen el conocimiento teórico, con el hacer y con el ser, que potencien habilidades prácticas y humanas, en la etapa de su formación. Ello implica ponerlos en el centro del proceso de formación de la realidad, ejercitando su profesión desde el primer día de clases”.
“Somos de la generación mejor preparada de la historia y la peor catalogada. Convivimos en la generación de la infodemia (abundancia de información), donde encontramos el conocimiento a un click, aunque algunas universidades no quieran asumirlo. Necesitamos que las universidades demuestren que nuestra mejor experiencia sean esos cuatro, cinco o seis años de formación”, asegura Sergio, joven graduado quien se confiesa frustrado por las exigencias para conseguir su primer empleo.
A pesar de las enormes ventajas que la tecnología da a las nuevas generaciones, hay un requisito que se convierte en un difícil escollo: la experiencia previa.
La realidad no parece ser diferente en los países de Latinoamérica. En la actualidad la tasa de desempleo juvenil duplica a la de los adultos, así lo indican datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), lo que se traduce en un problema estructural, cuya solución requiere de una coordinación efectiva e integral entre el mercado laboral y el sistema educativo.
El 79% de los jóvenes de entre 18 y 29 años tiene dificultades para encontrar su primer empleo, y el 58% de ellos señala la falta de experiencia como el principal impedimento, según el estudio titulado “La Escasez de Oportunidades Laborales para los Jóvenes”.
El rol de la educación
“La nueva realidad exige una educación que lleve como bandera la innovación y la tecnología, una educación que priorice la experiencia de aprendizaje de los estudiantes. Es decir, se busca una formación para estar listos ante los retos del actual mercado laboral”, concluyó Jauregui al presentar el estudio en el Foro Internacional de Educación Superior realizado en Santa Cruz.
Las expectativas de los jóvenes, sobre lo que esperan y necesitan recibir de la universidad, en la mayoría de los casos no están en sintonía con las curriculas. Para Sáenz es imperativo que, por un lado, los entes reguladores tengan políticas y procedimiento más ágiles, que permitan una rápida actualización de los programas de estudio en todos los niveles de formación, y por el otro, son vitales las alianzas y la cercanía de la academia con los sectores productivos a través de la investigación aplicada, por ejemplo, para acercarse a la realidad con la que se encuentran miles de jóvenes recién graduados. Bajo esta perspectiva, la dinámica del desarrollo tecnológico y la innovación en situaciones disruptivas son esenciales. La educación debe estar a la par de los avances. “La educación superior técnica y profesional reclama un cambio en los procesos y metodologías que tradicionalmente se han empleado. Se debe trabajar en cuatro elementos fundamentales: las personas, el conocimiento y las competencias, los procesos y la tecnología”, finalizó Sáenz.