Diario de una boliviana en Nueva York / Day 1. Los bocinazos

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Estoy en salida C 20 del aeropuerto La Guardia. Adoro la espera, pues me permite ver cómo se comporta la gente mientras espera a que la recojan, a que llegue el transporte que los llevará o simplemente, calculando la mejor ruta. Pasan varios buses.

Al principio, creo que sus bocinazos se deben a un atasco en la calle. Con los minutos, me voy dando cuenta de que es la versión newyorkina de los minibuses paceños o de los taxis que reducen la marcha mientras el conductor estira la cabeza para preguntarte: ¿a dónde? Aquí, en la Gran Manzana, esos enormes buses y sus potentes bocinas tocan para que sepas que están allá.

Búsqueda de pasajeros, mientras esperan a que subas. Y a los arribantes viajeros del filo de la acera no les queda otra que aguantarse, aunque no todos. Quien no se queda callado es un hombre rechoncho y de tez rosada, de unos sesenta años, que con su barbijo de la bandera norteamericana entre las 5 y 6 – – como indicaría alguna aerolínea– vocifera en su inglés natal al bus que retumba delante suyo.

«It’s in their blood» (Está en su sangre), me dice más calmado luego cuando le pregunto que por qué tanto bocinazo, «it’s New York».