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viernes, 22 de noviembre de 2024
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Historias de vida: en elecciones, Mario y su familia trabajan por mejorar un poco sus ingresos

Alguien diría que cuidar el certificado de sufragio es tan importante como cuidar el voto. Por eso, plastificarlo es una buena idea. Por cinco bolivianos, la familia de Mario hace el trabajo.

A la salida de cada recinto electoral, decenas de personas ofrecen algún servicio para los votantes. La comida está entre lo más abundante y variado, hay tanto y de tan buen aroma que es difícil elegir. Pero también están disponibles artículos de utilidad, precisamente relacionados con la jornada de votación.


“Lleve su bolígrafo para marcar su papeleta y firmar el acta”, se oye de un vendedor ambulante, mientras que una mujer de la tercera edad ofrece barbijos, lentes y máscaras de protección; el sentido común dice que en tiempos de pandemia lo mejor es protegerse.

Unos metros más allá, casi en frente de la puerta principal de la unidad educativa Los Pinos, están Mario y su familia, con su propio negocio.


“Plastificado a cinco bolivianitos”, grita él en voz alta. “Plastificamos su carnet de sufragio para evitar daños”, repite reiteradamente con la idea de ganar clientes. Y por fortuna, su llamado tiene eco, varias personas se acercan y en cuestión de un par de minutos, el documento que certifica la votación en la jornada electoral de este 7 de marzo les es devuelto bien plastificado.


Suele pasar que este documento se dañe con facilidad ya que, por ley, es requerido varias veces durante los tres meses siguientes a la votación, para diversos trámites y transacciones financieras. Y esto representa una oportunidad para que esta familia logre un pequeño ingreso extra.

“Lo hago como un modo de ganar un poco de dinero para mantener a la familia”, comenta Mario, mientras su esposa y su hijo se miran y sonríen al verlo dando la entrevista. Este es un trabajo en equipo: en una lámina de plástico ya cortada con las dimensiones precisas, su hijo acomoda el certificado de sufragio y Mario lo pasa luego por la máquina plastificadora, un proceso que demora unos 30 segundos. De inmediato, su esposa usa una pequeña guillotina manual para hacer el corte perfecto.

“Esta máquina solo la saco para las elecciones, no es parte de mi trabajo regular. Yo me dedico a la construcción, soy empleado en ese rubro”, dice Mario.

Hasta las 13.00, ni él ni su esposa han votado aún; su plan es hacerlo por la tarde, aunque aguardan que para entonces más gente llegue al recinto a sufragar. “La actividad está un poco floja por el momento, no como el año pasado (octubre de 2020) cuando había más gente”, afirma.

En todo caso, como vecinos de la zona, no tienen apuro pues su mesa está justo en la unidad educativa donde han instalado su negocio.

Puede que los otros productos que se ofrezcan alrededor del recinto electoral sean más apetecibles, pero ni duda cabe que el servicio que dan Mario y su familia es muy útil y uno no puede dejar pasar la oportunidad de emplearlo.