Es un día histórico para el país. Este domingo, Luis Alberto Arce Catacora, un economista de 57 años, jura como presidente de Bolivia con la premisa de consolidar la ansiada paz, la unidad y la prosperidad en medio de una crisis devenida por la pandemia.
Llega a la silla presidencial con un contundente respaldo electoral del 55,1% de los votantes, que lo hizo vencedor de los comicios del 18 de octubre con creces. El segundo, Carlos Mesa, obtuvo 28.8%.
El viernes, participó de una ceremonia ancestral en Tiwanaku, en la que recibió de un grupo de amautas o sacerdotes indígenas el bastón de mando. En esa ocasión se comprometió a no defraudar la confianza de sus votantes.
Su investidura se instala en medio de protestas de cívicos y colectivos juveniles que impulsan paros y bloqueos de calles desde el miércoles para exigir una auditoría e inclusive pedir la anulación de los comicios porque consideran que hubo fraude como en la votación de 2019.
Arce exhortó a los bolivianos a sumarse a la tarea de impulsar la paz
Más allá de ese conflicto, Arce debe afrontar una de las peores crisis mundiales económicas, pero su entorno está confiado en que podrá sacar a reflote a un país golpeado por la crisis sanitaria del coronavirus.
El nuevo mandatario ya anunció que se demorará unos dos años para salir de la difícil situación. Ser artífice del “milagro económico” de la región al situar al país en los primeros sitiales de crecimiento económico en la región es su mejor antecedente.
“Ratifico mi compromiso de trabajo y amor por la Patria. Gracias al pueblo boliviano por la confianza. Vamos a salir adelante”, afirmó el día que recibió sus credenciales de manos de los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Arce, ahora está frente al escrutinio de la región y del mundo.
